EL VIENTO SOPLA DE DONDE QUIERE, Y OYES SU SONIDO;MAS NI SABES DE DONDE VIENE Y A DÓNDE VA; ASÍ ES TODO AQUEL QUE ES NACIDO DE LAS AGUAS Y DEL ESPÍRITU.
JUAN cap: 3/8
“No se adapten mas a la forma del mundo actual, sino sean transformados mediante la renovación de la mente.” Romanos 12:2
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domingo, 27 de mayo de 2012

EL ÁRBOL DEL CONOCIMIENTO

 

Esclarecimiento del simbolismo:
El "Árbol del Conocimiento", tratándolo como una metáfora, en el proto-hombre, en su conciencia existencial, se manifiesta en forma dual desde el momento del "nacimiento" de la conciencia, o sea espiritual y material, o lo que podríamos ver como lo mismo, impersonal, universal y personal. Algunos dirían también que se divide en parte esencial y substancial, siendo la esencia universal y la substancia personal, pero este discernimiento puede resultar un poco abstruso. En el lenguaje común hablamos del "cielo” y de la "tierra".
La parte espiritual, careciendo de nociones de lo trascendental, se encuentra al principio completamente adormecida, y al igual que la semilla, sólo existe en e! estado potencial. Sus primeras manifesta­ciones se ven únicamente en el plano de las supersticiones, cosas ocultas para la percepción física, por ende incomprensibles; siendo así, el ser primitivo las trata como algo sobrenatural, lleno de misterio
Sabemos que la conciencia material domina al hombre primitivo durante largo tiempo, y resulta difícil establecer su duración. También gravita fuertemente en el "homo sapiens”, del cual no se puede fácilmente liberar a través de la historia conocida. El hombre prefiere aceptar la existencia de lo sobrenatural, misterioso y milagroso, una explicación más cómoda y utilitaria. en vez de buscar  una explicación razonable, lógica, científica y natural.  que actúa desde el plano opuesto o espiri­tual, de acuerdo a ciertos principios o leyes, pudiendo el hombre seguir ese camino y espiritualizarse, se observa hasta hoy día la utilización diríamos de "las muletas", que constituye la fe irracional en los milagros y cosas sobrenaturales.
La fe cimentada por el estudio de las leyes universales y a la vez naturales, abarcando las "dimensiones" material, abstracta, mental y espiritual, se vuelve espiritual, razonable y "neopositivista", al encontrar soluciones e interpretaciones simples  y sencillas, basadas en el conoci­miento desde los ámbitos de las causas.
Las leyes de fácil entendimiento, las leyes del macro-mundo físico, mundo inanimado y animado, tienen al hombre casi hechizado o fasci­nado a tal punto, que es incapaz de zafarse de esta esclavitud. Estas leyes reclaman el predominio de la conciencia regida por ellas durante millones de años de vida evolutiva, lenta y dura por el carácter súper vivencial de la especie,
El hombre primitivo de la selva y/o la caverna, guiado en su vida  por el instinto animal, era plenamente apegado a la materia, en la cual veía toda su realidad existencial, hasta que un día despierta a la curio­sidad, a la inquietud, en fin, al interés de indagar y de entender algo más. Entonces brotan de su mente conceptos e hipótesis, al principio vagas y  faltas de sentido lógico, y más tarde nace la idea del "bien y el mal", la que traslada directamente a su percepción sensual. Esta clase de juicio lo mantiene esclavizado durante interminables milenios y acondiciona la mente del ser humano primitivo, y como una herencia prosigue esquematizando y mecanizando todo el entendimiento del "homo sapiens".
La mente primitiva no es capaz de percibir ideas abstractas, por lo tanto ve en todo lo que le rodea la lucha sin cuartel entre el bien y el mal, entre las fuerzas positivas y las negativas, las que finalmente perso­nifica, dándoles nombres de Dios y Satanás. Su realidad personal y objetiva lo lleva a ver el bien sólo y exclusivamente en los hechos que lo afectan positivamente en lo que se refiere a sus deseos, su vida y sus in­tereses. No siendo capaz para ver la otra cara de la moneda, o sea la causa que actúa desde otra dimensión, con la finalidad exclusivamente evolutiva para el ser espiritual, sus criterios resultan siempre equivoca­dos, siendo subjetivos y limitados. El hombre ajusta su vida y su filoso­fía (si tiene alguna), a lo mental, por ende irreal, en el caso de la ignoran­cia de la realidad trascendental de la vida y sus causas.
Volviendo al tema, para sintetizarlo, diremos que realmente resulta difícil para el ser humano, con la conciencia limitada únicamente por lo material y sensorio, entender y aceptar el concepto de la realidad espiri­tual o trascendental, en la que coexisten dos substancias, la sutil y la grosera, la esencia y su manifestación, lo invisible y lo visible. En este campo resulta aparentemente inaceptable la idea de la unidad, que a la vez es multiplicidad manifestada y diferenciada. Este hombre no es capaz de asociar en su mente material "el cielo" y "la tierra", pero una vez madura su conciencia primitiva, que nada veía y percibía de lo tras­cendente y universal, llega, a través de la "magia" del amor y el conoci­miento adquirido, a vivir simultáneamente, plena y conscientemente las dos dimensiones a la vez, la espiritual y la material, porque en su mente ambas conciencias se funden en una. Las diferencias pueden ma­nifestarse solamente para él a causa de diferentes grados de la vibración de la substancia cósmica con la que entra en contacto.
El nivel al que hoy ha llegado la física atómica, como ciencia teórica y a la vez empírica, justifica plenamente estas previsiones arriba mencio­nadas. No es ésta una filosofía hipotética, sino una realidad que se nos presenta con todo el poder innegable de la verdad real y eterna. Lo he­mos presentado en base de los hechos y un análisis lógico y consecuente, que si contradice otras creencias, los hechos no tienen la culpa. Al basarse el hombre en conceptos rígidos y autoritarios, como son la crea­ción instantánea del hombre, el pecado original, existencia del mal con su personificación, la negación de la evolución polivalente y univer­sal, etc., llega a los resultados absurdos, quedando desorientado, sin paz interna, sin la luz.
Este estado de cosas, el descubrimiento del simbolismo del "Árbol del Conocimiento" en nuestra búsqueda de la verdad, que el hombre primitivo llama el árbol del conocimiento del bien y del mal, en la rea­lidad es el primer paso hacia el camino de la evolución espiritual. El hombre ignorante de la ley universal de la evolución, comienza a ver en esto "un pecado original". Y nosotros todo lo contrario- lo llama­ríamos "el mérito original", nacido del hambre del conocimiento, de la futura ciencia, porque "comiendo", disfrutando del primer fruto de su inteligencia, guiada por el libre albedrío y no por el instinto, además el producto de su conciencia naciente, este hombre primitivo, recién despierto a la vida del homo sapiens, siente la satisfacción por el descu­brimiento de su personalidad. Del animal inconsciente se transforma en un ser humano. Se da cuenta, con la nueva experiencia, que dispone de la libertad para elegir su camino.
Claro está que, con esta percepción pierde su pureza original, angelical e inocente, su estado de vida plena dentro del cumplimiento de las leyes naturales, y esto provoca el estado de continuas equivocaciones por falta de experiencia, la que lo traslada al camino del sufrimiento. Cada tanto se "quema", pero a la vez aprende, acumulando las lecciones. Pero ese es el único modo para evolucionar, al principio dentro de un estado de semi-consciencia, conducente al fin a un estado de la concien­cia plena.
Es evidente que el autor del Génesis no ha podido presentar en aquel tiempo el cuadro como lo hacemos ahora, entonces ha optado por una parábola en la que se habla de la serpiente (antiguo símbolo de la sabi­duría) y de la manzana prohibida, ofrecida al Adán por la mujer Eva. Las interpretaciones siguientes han agregado un elemento de la sensualidad o del sexo, por lo que han deformado el simbolismo real.
En el momento actual la humanidad se encuentra transitando por un dramático período de transformación, en este caso actúa la ley universal encargada de despertar en el hombre el deseo del mayor conocimiento, del conocimiento científico unificado, ganado con su propio esfuerzo, con el sufrimiento y sudor.
Actualmente el hombre ha descubierto el origen de enormes fuerzas potenciales de la naturaleza: la energía del átomo. Esto lo coloca ante la dramática disyuntiva del terrible peligro del mal uso de ésta. En tal caso aprenderá que sin Amor, y carente del conocimiento de la Verdad espiritual, la vida no puede proseguir; le faltará Armonía. Siendo así, el hombre se castigará a sí mismo y esto finalmente hará volver al amor y la Armo­nía en todas manifestaciones de la Vida. Hay quienes enseñan que Dios juzga y castiga, cuando el hombre mismo, sufriendo lógicas consecuen­cias de sus propios actos libres, en desarmonía con las leyes de la crea­ción, es su propio enmendador.
Las filosofías y las religiones, que no han conseguido, que se realizara el Amor en el ser humano, desaparecerán para ceder lugar a la única y eterna Religión Cósmica, que con el Amor realzado hará comprender lo Supremo, lo Divino a través de las verdades universales, eternas y perfec­tas de la Naturaleza misma, porque ella es la manifestación del Espíritu Omnímodo.
El hilo muy fino, a manera del "cordón umbilical", que al principio, casi inapreciable, ya estaba para comunicar al hombre primitivo, con su parte espiritual, trascendente, empieza a "ganar grosor'”. El hambre del conocimiento empieza a tentar al hombre, y al correr el tiempo, a través de las edades incontables se están cristalizando los tres reinos del espí­ritu, el del Amor, la Verdad y la Vida. La personalidad humana "horizontalizada" en el mundo de la materia, empieza a "Vertical-izarse", formando una cruz. El Conocimiento escalando niveles evolutivos a través del análisis y seguidamente síntesis, está llevando todo el Conoci­miento a la unidad en el Reino del Espíritu, formando el Triángulo del Amor, la Verdad y la Vida. La Triada espiritual vuelve a la Fuente del Todo.
El ensanchamiento del Tronco del Conocimiento trae la expansión de la Conciencia, y a la vez observamos el "milagro" en el ser humano, porque cuando la Conciencia material "sube", la espiritual "baja". El conocimiento científico de la materia, cuando finalmente se interna en el micromundo del átomo, descubre allí lo abstracto, que es el atributo del espíritu que empuja a la materia, y esto eleva al investigador hacía la Fe Superior, la cual de esa manera "baja" hacia la materia, iluminando al hombre de ciencia.
Los tres principios, el Amor, la Verdad y la Vida, encerrados dentro del Triángulo de la Manifestación de la Esencia Creadora, que es simbo­lizada por el círculo mayor, el Todo y el Uno, la Protocausa, (con un círculo y su punto central), al igual de un globo lleno de gas liviano, y asegurado con un hilo llevado por la mano de un niño, ya no flota, sino que comienza a formarse y ensancharse el sólido tronco del conoci­miento. Pero a la vez observamos algo insólito, y es que al aumentarse el volumen de ese tronco, se achica su altura, aproximándose las dos partes que distanciaban lo espiritual y lo material, para finalmente concatenarse en un sólo círculo del conocimiento Espiritual y Universal, al cual se integra unificado, cumpliéndose el milagro, que ya no establecerá el ser la diferencia esencial entre lo espiritual y material, conformando en esencia y presencia de la realidad, la manifestación del Principio de la vida Cósmica, que es AMOR, VERDAD y VIDA.
El error, el que por ignorancia el hombre llama pecado, ante el milagro del Amor Crístico, deja de existir, pasando entonces el ser a constituir los elementos esenciales e indispensables para el ensanchamiento de la con­ciencia, o sea del tronco del conocimiento, que al unir la conciencia material con la superior, transfigura al hombre en el Nuevo Superhombre angelical de base 6 con tendencia a 7. Lo que antes del proceso de la involución fue un puro ser angelical en su manifestación fuera del tiempo y espacio, el que podría­mos llamar también un "átomo simiente ahora vuelve, al Padre" como un Nuevo Hombre angelical, manifestado en la materia y..plena-mente consciente de su Divino origen.
De esta manera, a través de los escalones evolutivos, al despertar en el "Adán" el deseo del Conocimiento del Misterio de la Vida, de su belleza, todo simbolizado en el Génesis por la Eva, la generación inte­ligente se eleva espiritualmente, se ensancha el tronco, se acercan las dos partes opuestas que estaban "reñidas", y finalmente, evolucionando la ciencia en el hombre a través de las manifestaciones intelectuales, llega hacia la parte superior del Conocimiento Unificado, o sea hacia la Ciencia Universal, Cósmica, la Divina de la Creación.
Este hombre no necesitará más el lenguaje de los mitos, metáforas y parábolas, pues su Conocimiento Unificado le revelará la Verdad inalcan­zable antes por las limitaciones de la inteligencia del "homo sapiens". El solo enunciado de una idea o de concepto unificado le bastará, pues la Verdad polifacética y real, como un rayo de luz, iluminará su mente, que sabrá reflejar en su conciencia unificada lo eterno y lo perfecto a través del lenguaje divino en todo lo manifiesto por que lo podrá leer.
A este hombre reconoceremos como a un recién iniciado en el camino ascendente de una larga espiral evolutiva de luz Crística, porque la evolu­ción en el hombre parece seguir también a los principios naturales de la ley de los cuento en el átomo. Al aumentar el caudal energético de "la población" de los electrones, el átomo emite por saltos una emisión diferente, que recibe el nombre "la estimulada". La crisis entre los hombres, que, llamamos apocalíptica, o sea dictada por las leyes natura­les, provoca "la emisión estimulada", constituida por los seres más evo­lucionados, o sea que serán portadores de mayores energías del Amor Universal, y serán proyectados para pasar a la Nueva Era. Los seres del nivel energético inferior, quedarán "rezagados" en sus bajos niveles, con la necesidad de ser separados, para que sus almas pasen a concebir nuevos cuerpos, pero ya en otros planetas de nivel vibratorio en sintonía con el de ellos.
La Ciencia Divina abarca todo lo Creado, y no puede excluir o margi­nar nada, sino contempla y ve como dentro de las Leyes Cósmicas todo vibra en constante relación mutua, pues esencialmente no existe la divi­sión concebida por el hombre, quien ve lo espiritual y lo material como cosas diferentes y separadas, pero dentro de su esquema mental, porque carece de la conciencia de la unidad.
Esta división más aparente que real, ha sido creada o admitida por las leyes inferiores de la materia grosera. Existen niveles superiores de la materia más sutil o etérea. Esta ha sido una consecuencia lógica de la ley de evolución manifestada dentro de inferiores pasos, con la finalidad de obligar al hombre a que descubra por sí mismo que esencialmente la realidad está plasmada y constituida por varias dimensiones, escalonadas a través de diferentes planos de frecuencia, cada vez más alta, más sutil y más diáfana.
De esa manera vemos como la ciencia humana, y en especial la física atómica, a través de sus genios, ha salvado este umbral de separatividad, haciendo sus primeros contactos conscientes con lo abstracto, con lo incognoscible, que no hace tan lejos, fuera negado por los racionalistas y hoy es aceptado por los máximos científicos que en sus interpretacio­nes de la Natura se basan en las fórmulas de la matemática superior, abandonando los conceptos de los modelos de la física mecanicista, basados en la percepción ilusoria y engañosa de los cinco sentidos.
El hombre primitivo, que vivía y aún vive en las selvas, así como también la mayoría que está vegetando en los desiertos de cemento de las modernas metrópolis, da nombre de Dios no al Ser Abstracto, entonces, desconocido a nuestra percepción física, sino a un antropomorfo.
El homo sapiens negó y sigue negando lo divino como la causa sin causa, como lo inexplicable de la Creación, que ha sido inteligentemente concebida y después gobernada. Pero el hombre nuevo, el Superhombre, basándose en la Revelación Científica, elaborada pacientemente en base de las investigaciones, pero también a la vez inspirara a los científicos puros, guiados por el amor al prójimo, inspirada desde lo Alto, encontra­rá a este ALGO que eternamente existente como lenguaje secuencial y arquetípico, y a quien puso el nombre simbólico: DIOS. Así será, porque lo encontrará en su propio interior, al conocerse a sí mismo; encontrará en su propio  Espíritu, por­que sabrá que él mismo es parte del Gran Espíritu de la Vida Cósmica, y de que él mismo es también "el pequeño desconocido", que es un pe­queño Dios. Así será, porque se dará cuenta de la verdadera Verdad, y la realizará, ya que no es otra cosa que el Principio del Amor que se mani­fiesta a través de él mismo y por él mismo.
Así es y así será, porque así lo anunciaron todas las Revelaciones, tanto de los Mensajeros de lo Alto, como también los descubrimientos y enseñanzas de los filósofos intuitivos. Y la fe basada en la lógica espiri­tual y finalmente la última revelación hecha por la Ciencia, que al anun­ciar estas verdades básicas e inmortales, ha llegado al mismo punto cen­tral, al núcleo de la Verdad Cósmica.
Todo se funde en un sólo círculo, porque es TODO y UNO. Las dos partes aparentemente aisladas en la mente del hombre, formando de esa manera el árbol simbólico o metafórico de la Biblia, equivocadamente interpretado, volverá a formar un y único Gran Círculo del conocimien­to Universal, Perfecto y Eterno. Todo concepto de separatividad, será borrado de la mente, porque es engañoso e ilusorio, siendo una creación artificial y artificiosa de la mente primitiva, imbuida dentro de la con­ciencia material, que solamente podría constituir una muy reducida parte de la Conciencia Universal.
 La ciencia del siglo XIX no trataba de resolver proble­mas metafísicos, pues se decía que la ciencia estaba en su infancia, y que el siglo XX se encargaría de resolverlos. Pero ahora comprendemos
las limitaciones de la ciencia. La ciencia puede hacer todo en favor del
hombre" "excepto formarlo. Así la tarea de la humanidad consiste hoy
en descubrir una manera de formar hombres, y todos sabemos que la
ciencia no nos va a mostrar el camino. Por eso hay crisis de la juventud
y rebelión de los jóvenes contra los medios científicos de determinación
humana.
 Pero nosotros decimos que no puede haber otro camino que precisamente el científico. La ciencia debe y va a señalar el camino para la formación del hombre.
La Ciencia del Tercer Milenio se va a hacer cargo de la demostración científica de que no existe la separación de lo material y laico de lo trascendental, espiritual y religioso. La conciencia material y espiritual formará una sola conciencia cósmica en el hombre del futuro, porque la evolución de la intuición, del aspecto creativo de su mente, liberada de los dogmas religiosos y científicos actuales, la evolución plenamente revolucionaria de los medios de investigación científica, de los conceptos, que seria unificados, amen el conocimiento de las leyes elementales y más generales de la creación, que formarán base sólida para el desarrollo del progreso científico polivalente, esto último en base de los descubri­mientos inspirados o directamente revelados a través de los sentidos del espíritu, todo esto posibilitará el progreso armonioso de la ciencia física y tecnológica, como también de la sociología y finalmente la formación evolutiva del hombre nuevo.... A TRAVES DE ESTE NUEVO EVANGELIO.